Hace más de 50 años en la ciudad de Okayama en Japón, se instaló la primera baldosa podotáctil en una calle de la ciudad y su uso se extendió gradualmente por todo el mundo.

Seiichi Miyake fue el inventor de estas baldosas táctiles. La idea surgió cuando vio que su mejor amigo, al que con el paso del tiempo se le deterioraba cada vez más la vista, le resultaba muy complicado desenvolverse de forma autónoma por la ciudad. Dadas estas circunstancias, dedicó todos sus recursos para ayudarle, creando uno de los mayores logros en la accesibilidad.  

Las señales podotáctiles han ido avanzando a lo largo de los años. Hoy en día, su fabricación suele ser de acero inoxidable ya que garantizan un rendimiento estable y duradero. A su vez, destacan por su buena resistencia a la corrosión y a los agentes externos que puedan aparecer por estar situados, en su mayoría, a la intemperie.  

Estos elementos de guiado podotáctil, son soluciones sencillas y económicas que permiten que personas con pérdida de visibilidad, adquieran seguridad e independencia en sus traslados por ciudades e instalaciones.

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