A escasos kilómetros del océano Pacífico, en un entorno cargado de historia milenaria, se levanta una edificación que busca preservar el pasado mientras lo proyecta hacia el futuro. 

Su diseño responde a una visión a largo plazo, en la que la durabilidad, la funcionalidad y la integración con el entorno han sido claves. ¿Cómo garantizar que este espacio resista el paso del tiempo, tanto física como simbólicamente? Parte de la respuesta se encuentra en los materiales elegidos.

Entre ellos, el acero inoxidable destaca por su funcionalidad técnica. El material se ha utilizado en múltiples elementos arquitectónicos que no siempre están a la vista del visitante, pero que resultan esenciales para el funcionamiento del edificio. Desde sistemas estructurales hasta carpinterías y cerramientos, su presencia es discreta pero determinante.