Pocas cosas hay más placenteras que quitarse la arena y el salitre después de una jornada en la playa. El agua dulce que arrastra la sal, la arena que se desliza por los tobillos y la sensación de limpieza antes de continuar con nuestro apasionante día de vacaciones, ya sea yendo a comer a un restaurante, o de vuelta a casa para descansar del sol. En ese momento, lo que parece un gesto simple encierra detrás una estructura técnica muy bien pensada.

Las playas más modernas ya cuentan de forma habitual con duchas y lavapiés de acero inoxidable AISI 316L. Este material ofrece lo que pocos pueden: resistencia impecable a la intemperie, al salitre y al uso continuo que puede darse durante la época de verano, además de garantizar una superficie higiénica y de fácil limpieza que previene la proliferación de agentes nocivos. Se mantiene estable, funcional y con un aspecto impecable sin necesidad de grandes cuidados.

Una de las grandes ventajas de estos sistemas de lavado es su practicidad. No requieren obra civil para su instalación, lo que facilita tanto su colocación como su traslado. Se pueden reubicar con facilidad si cambian las necesidades del espacio, o incluso retirarse en invierno para prolongar su vida útil.