Arte al aire libre

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Gil Bruvel nació en Sídney (Australia) en 1959, se formó en Francia y desde 1986 reside en Texas, donde ha desarrollado una extensa obra en pintura y escultura. Su universo artístico abarca bronce, madera y acero inoxidable. En más de una ocasión, ha exhibido piezas de su serie “Flow” en exposiciones colectivas recientes centradas en acero inoxidable o arte público contemporáneo. 

Una de sus últimas presentaciones figura en exposiciones globales al aire libre con esculturas de acero inoxidable, reflejo literal y simbólico de la fluidez del ser humano. En este artículo hablaremos de dos de ellas:

Gil Bruvel - Never Ending

“The Wind”

Forma parte de la serie “Flow”, realizada en acero inoxidable AISI 316L en edición limitada. La escultura mide 92 cm de alto, 69 cm de profundidad y 122 cm de ancho. Como en el resto de la serie, su construcción en acero inoxidable del llamado “grado marino” responde a exigencias técnicas de resistencia, estabilidad y acabado, así cómo a una intención estética que hace uso del brillo metálico para multiplicar la interacción con la luz y el entorno. 

La estructura de la obra recuerda una figura que se disuelve en el movimiento del viento. Bandas metálicas se curvan en direcciones opuestas como si la forma estuviera siendo atravesada por una ráfaga invisible. No hay representación literal, sino una evocación física de una experiencia, el paso del viento a través del cuerpo y su transformación en gesto. Este trabajo, como otros de la serie, fue fundido en acero inoxidable AISI 316L, un material elegido por su resistencia a la corrosión, durabilidad y calidad en el pulido, atributos fundamentales para piezas de exposición al aire libre o en diálogo con la luz natural.

Gil Bruvel - The Wind 2

“Never ending”

También perteneciente a la serie “Flow”, “Never Ending” fue realizada en acero inoxidable AISI 316L y forma parte de una edición limitada de 10 ejemplares. La escultura mide 76 cm de alto, 94 cm de ancho y 61 cm de profundidad, con un peso aproximado de 67 kg. Su construcción en bandas metálicas curvas mantiene el mismo principio técnico y estético de la serie, una estructura abierta, compuesta por líneas que sugieren más de lo que definen.

En esta obra, dos formas humanas parecen emerger desde un flujo continuo, entrelazadas sin llegar a tocarse del todo. Las bandas se cruzan y dispersan, generando zonas de mayor densidad, como en el pecho de la figura femenina, y otras más abiertas, como si la materia obedeciera a impulsos emocionales.

A diferencia de enfoques escultóricos centrados en volúmenes cerrados, la serie “Flow” se construye a partir del espacio y la sugerencia. Las bandas metálicas no encierran figuras definidas, insinúan presencias que se completan en la percepción del espectador. Esta estrategia genera una interacción constante con la luz, los reflejos y el entorno, haciendo que cada obra se perciba en evolución permanente. En lugar de representar algo fijo, las piezas convocan una sensación de continuidad, alineada con la visión de Bruvel sobre la identidad como proceso abierto y cambiante.